¿Por qué preservar a los búhos?
Muchas especies de búhos del mundo están amenazadas, debido a múltiples factores como la destrucción de su hábitat, su envenenamiento con pesticidas y la caza ilegal. Algunos, como el mochuelo pernambucano (Glaucidium moorearum) y el mochuelo de Blewitt (Heteroglaux blewitti) rozan la extinción, pues de sus especies quedan algunas decenas o centenas de individuos.
Este cuadro general apremia a la sociedad a planear y realizar acciones que contribuyan a aumentar las poblaciones y la calidad de vida de los individuos. Los búhos y las lechuzas son criaturas tranquilas que transitan por los bosques y áreas semiabiertas. Aunque se les ha asociado con la muerte y lo paranormal, los agricultores han aprendido a apreciarlos porque ayudan a controlar las poblaciones de ratones que comen los cultivos. No sobra decir que su presencia en la Tierra es necesaria para el seguimiento de la cadena alimentaria, y por tanto, del equilibrio ecológico.
Su presencia en la Tierra es necesaria para el seguimiento de la cadena alimentaria, y por tanto, del equilibrio ecológico
Algunas instituciones educativas, gubernamentales y no gubernamentales se han dado a la tarea de conservar las especies, ya sea alguna en específico o todas, mediante diversas acciones. Ciertos zoológicos tienen áreas especiales de investigación y conservación. En este sentido, la investigación es una actividad muy importante, pues permite saber el estado de las poblaciones, obtener conocimiento sobre sus hábitos y ecología y así, definir estrategias exactas para su conservación. Los expertos suelen monitorizar las poblaciones mediante el etiquetado de los individuos y su observación por medio de sistemas GPS.
Una acción sencilla pero muy útil, que puede ser implementada por cualquier persona, es la colocación de nidos artificiales. Los búhos casi nunca construyen nidos, sino que ocupan los que ya están abandonados. Sin embargo, la tala también corta el número de nidos que pueden utilizar. Para compensar esto, una caja de madera con una abertura de 15 por 20 centímetros y un poco de vegetación en su interior, puede colocarse a 3-5 metros de altura en los árboles o en otra estructura alta. No todos los estrigiformes anidan en lo alto, así que las cajas también pueden ser colocadas sobre el suelo, en grietas de rocas y cuevas y hasta debajo del suelo.
Se trata de una acción muy socorrida; por ejemplo, tan solo en el Reino Unido, unos 25,000 nidos artificiales fueron colocados en la década de 1990. Muchos grupos conservacionistas han realizado programas de colocación de cajas y esto ha tenido efectos positivos sobre algunas poblaciones.
Para contrarrestar los efectos de la tala de árboles, 25,000 nidos artificiales fueron colocados en Reino Unido en la década de 1990.
La reforestación es una medida básica, pero crucial para la supervivencia de los individuos, toda vez que sus hábitats se están reduciendo a un ritmo rápido. A pesar de que lleva un tiempo considerable que los árboles crezcan y que por lo general los búhos prefieren los más viejos para anidar, puede tener un impacto trascendental en la supervivencia de las poblaciones del futuro, además de ser una de las medidas más importantes para la conservación de la naturaleza en general.
Muchas especies gozan de protección legal en los países, lo que significa, en teoría, que está prohibido cazarlas, perturbarlas o dañarlas de alguna manera, so pena de enfrentar consecuencias negativas. Bubo blakistoni, especie en peligro de extinción, está legalmente protegido en todo su rango geográfico, y Japón implementó un programa de alimentación y establecimiento de nidos artificiales. Por otra parte, el mochuelo pernambucano vive en una reserva biológica en la que la tala está restringida. La protección gubernamental varía, pues parte del hábitat de Otus alfredi, otra especie en peligro de extinción, apenas hace unos años comenzó a ser protegido.
La reforestación, la protección legal y la colocación de cajas son medidas inteligentes para contrarrestar el impacto humano sobre los búhos y las lechuzas, pero sin duda, el conocimiento es la clave decisiva que empuja hacia la acción.